Cuando una niña o un niño, en su lectura, invierte sílabas, confunde algunas letras, titubea, se retrasa respecto al resto del grupo, etc., está en condiciones de que le sucedan las cosas más inverosímiles. [...] lo más frecuente es que las personas "especialistas", incluyendo docentes, digan a los atribulados progenitores que el niño es "disléxico", que padece "una dislexia", o que sufre una "dislexia de evolución".
¿Y qué significa realmente decir que una niña es disléxica? ¿Qué significa realmente eso que se llama "dislexia"? ¿Cuáles son las consecuencias de este tipo de actuaciones diagnósticas? [...]
En la práctica se está calificando de disléxico a cualquier niño de nivel intelectual correcto, sin anomalías sensoriales, con escolaridad aparentemente suficiente, que no aprende a leer o que no lo hace adecuadamente. Ésto es lo que está sucediendo. Obsérvese que cuando se dice de una niña o un niño que sufre de dislexia, se le está diagnosticando. No se está diciendo simplemente que no ha aprendido a leer correctamente. [...] Se está catalogando, calificando, clasificando la lectura y el niño o la niña en cuestión. Establecer una categoría diagnóstica es negar el continuum que, en otro caso, existiría entre las personas disléxicas y no-disléxicas. La disléxica es rancho aparte.
La definición de la dislexia aceptada y defendida por la Federación Mundial de Neurología reza así:
Y eso es lo que queda implicado en la práctica cotidiana cuando se diagnostica una dislexia. Eso es lo que se entrevé tras la etiqueta. Ésto es lo que acaban pensando los progenitores de la persona afectada y multitud de docentes involucrados en su educación. Y muchas personas diagnisticadoras de dislexia. [...] Todo va en favor de una causalidad interna, intrínseca al individuo diagnosticado. [...]
En resumen, para la mayoría, implícita o explícitamente, retraso en el aprendizaje lector es igual a dislexia. [...] Y dislexia es algo que sucede al individuo y que está relacionado con unos fenómenos descritos por [...] la organicidad.
[...] Puede discutirse si el inicio del aprendizaje de la lectura, y por consiguiente de su enseñanza, implica un grado determinado de maduración del sistema nervioso central. Y puede discutirse porque apenas hay nada tan ambiguo, confuso y contradictorio como el concepto de maduración, sobre todo aplicado al cerebro de una persona de seis, siete, ocho o más años. Puede discutirse asimismo, claro está, porque nadie ha podido jamás aislar o definir algún criterio madurativo fisiológoco propio de la lectura o la escritura. [...]
El neuropsicólogo Benton (1966), tras verse obligado a incluir en su obra el capítulo dedicado a la dislexia, lo finaliza así:
Quede claro que cuando se diagnostica de disléxia a una niña que no lee correctamente, y ésto se hace de modo semejante a lo que se haría ante una persona adulta de rendimiento lector parejo -por lesión cerebral adquirida o congénita (n.a.)-, [...] se está produciendo un simple fenómeno de generalización gratuita. Y las generalizaciones gratuitas se engloban, según la psicología social, en el área del prejuicio. La palabra dislexia, aplicada a un déficit en el aprendizaje de la lectura de un niño, es la manifestación de un prejuicio.
Fuente: TORO, Josep; CERVERA, Monserrat (2006): Test de análisis de lectoescritura. A. Machado libros. Madrid
¿Y qué significa realmente decir que una niña es disléxica? ¿Qué significa realmente eso que se llama "dislexia"? ¿Cuáles son las consecuencias de este tipo de actuaciones diagnósticas? [...]
En la práctica se está calificando de disléxico a cualquier niño de nivel intelectual correcto, sin anomalías sensoriales, con escolaridad aparentemente suficiente, que no aprende a leer o que no lo hace adecuadamente. Ésto es lo que está sucediendo. Obsérvese que cuando se dice de una niña o un niño que sufre de dislexia, se le está diagnosticando. No se está diciendo simplemente que no ha aprendido a leer correctamente. [...] Se está catalogando, calificando, clasificando la lectura y el niño o la niña en cuestión. Establecer una categoría diagnóstica es negar el continuum que, en otro caso, existiría entre las personas disléxicas y no-disléxicas. La disléxica es rancho aparte.
La definición de la dislexia aceptada y defendida por la Federación Mundial de Neurología reza así:
"Trastorno manifestado por la dificultad en aprender a leer a pesar de contar con una instrucción convencional, una inteligencia adecuada y oportunidades socioculturales. Depende de ciertas incapacidades cognitivas fundamentales que suelen ser de origen constitucional" (ct Gordon Millichap, 1975)Esta definición se decanta por el "origen constitucional", es decir, por la organicidad de la dislexia. [...] Para la inmensa mayoría de "especialistas" la causa de la dislexia es un trastorno orgánico.
Y eso es lo que queda implicado en la práctica cotidiana cuando se diagnostica una dislexia. Eso es lo que se entrevé tras la etiqueta. Ésto es lo que acaban pensando los progenitores de la persona afectada y multitud de docentes involucrados en su educación. Y muchas personas diagnisticadoras de dislexia. [...] Todo va en favor de una causalidad interna, intrínseca al individuo diagnosticado. [...]
En resumen, para la mayoría, implícita o explícitamente, retraso en el aprendizaje lector es igual a dislexia. [...] Y dislexia es algo que sucede al individuo y que está relacionado con unos fenómenos descritos por [...] la organicidad.
[...] Puede discutirse si el inicio del aprendizaje de la lectura, y por consiguiente de su enseñanza, implica un grado determinado de maduración del sistema nervioso central. Y puede discutirse porque apenas hay nada tan ambiguo, confuso y contradictorio como el concepto de maduración, sobre todo aplicado al cerebro de una persona de seis, siete, ocho o más años. Puede discutirse asimismo, claro está, porque nadie ha podido jamás aislar o definir algún criterio madurativo fisiológoco propio de la lectura o la escritura. [...]
El neuropsicólogo Benton (1966), tras verse obligado a incluir en su obra el capítulo dedicado a la dislexia, lo finaliza así:
"La base neurológica de la dislexia evolutiva continúa siendo oscura. La hipótesis que establece que debe residir necesariamente sobre una verdadera afectación cerebral no se ve apoyada por un número suficiente de pruebas concretas"Entonces, ¿por qué se sigue utilizando el diagnóstico de dislexia y, además, con esa semántica de organicidad? Analizando las cosas, contemplándolas a lo largo del tiempo, uno piensa que la única explicación posible radica en la rutina, en la ausencia de sentido crítico (y autocrítico). [...]
Quede claro que cuando se diagnostica de disléxia a una niña que no lee correctamente, y ésto se hace de modo semejante a lo que se haría ante una persona adulta de rendimiento lector parejo -por lesión cerebral adquirida o congénita (n.a.)-, [...] se está produciendo un simple fenómeno de generalización gratuita. Y las generalizaciones gratuitas se engloban, según la psicología social, en el área del prejuicio. La palabra dislexia, aplicada a un déficit en el aprendizaje de la lectura de un niño, es la manifestación de un prejuicio.
Fuente: TORO, Josep; CERVERA, Monserrat (2006): Test de análisis de lectoescritura. A. Machado libros. Madrid
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